Con la temporada de musicales arrancando, aquí tienes una guía rápida para disfrutar y entender cada función al máximo.
Los tipos de canciones en el musical
Desde su propio nombre, ‘teatro musical’, queda claro que la música es la fuerza que articula los elementos distintivos de este género. No solo impulsa la interpretación de los actores, sino que también guía la coreografía y da forma a las letras, convirtiéndose en el hilo conductor de toda la experiencia escénica.
Por tanto, al hablar de teatro musical, lo primero que viene a la mente es la música en su forma más pura: las canciones. Aquí la trama se desenvuelve gracias a ellas, en cuanto a emoción e historia. Son las que facilitan una conexión más inmediata entre público y personajes y argumento.
Ahora bien, no todas las canciones son iguales. Scott Miller (2000) explica que la música en un musical no solo entretiene y que cada número debe hacer avanzar la historia o profundizar en los personajes. Esto significa que la canción tiene un propósito narrativo concreto, más allá de la melodía o el espectáculo visual.
De esta forma, Miller se refiere a distintas tipologías de canciones con respecto a su función. Por ejemplo, la histórica “I Want Song”, que marca el arco narrativo del protagonista desde el primer acto, expresa su deseo central y establece el conflicto emocional: Somewhere Over the Rainbow en El Mago de Oz o Think of Me en El Fantasma de la Ópera. Además, suele haber una canción de apertura que presenta el contexto, el tono y los personajes; un número de clímax, donde la intensidad llega al máximo y el conflicto alcanza su punto crítico (Defying Gravity en Wicked); y, por último, está la canción de cierre, suele ser la resolución del conflicto y está pensada para dejar una impresión duradera (Seasons of Love en Rent).
Cada una de estas canciones y estos patrones estructurales ayudan al espectador a orientarse dentro de la trama y a conectar con los personajes en un nivel más cercano. Sin embargo, como toda teoría, no es una fórmula rígida. Un buen ejemplo es Cabaret: la canción que más se acerca a una “I Want Song” es Maybe This Time, pero aparece ya avanzada la obra y, en lugar de expresar deseo inicial, se acerca más a una revelación tardía de Sally Bowles, una toma de conciencia.
Personajes y psicología musical
Laurence Maslon (1980) señala que letra y música funcionan como extensión de la psicología de los personajes. Cuando las palabras no son suficientes, surgen las letras y la música. En ese momento, el personaje necesita poder expresarse de una manera más profunda: cada número musical revela emociones, deseos y conflictos internos. Por eso, la escucha atenta sigue siendo indispensable en estos puntos de la obra.
Así sucede con La Vie Bohème, en Rent, canción casi manifiesto sobre un modo de pensar y sentir generacional que celebra la vida bohemia y la libertad. En otro registro, Poor Unfortunate Souls, de La sirenita, ofrece un intento de autohumanización por parte de la villana, un número que gana fuerza precisamente por el contraste con la ingenuidad de Ariel. Son canciones que exigen la atención activa del espectador, porque en ellas se condensan claves esenciales para comprender el verdadero sentido de la historia.
Coreografía y puesta en escena
La mirada del espectador debe abarcar también la coreografía y la escenografía. Ningún elemento es gratuito: cada gesto, cada espacio y cada movimiento contribuyen a construir la trama y los personajes. Un diseño escénico o una coreografía que no estén al servicio de la historia empobrecen la riqueza narrativa de la obra.
El decorado, la iluminación y el vestuario son también fundamentales como relatos complementarios en sí mismos, funcionan como guía de lo que va ocurriendo y cómo debe interpretarse. Por ejemplo, los pasos de baile en West Side Story reflejan los conflictos entre bandas y tensiones sociales. En la nueva propuesta de Cabaret, producida por LETSGO, la disposición del público en mesas sobre el escenario y la interacción directa con los personajes transforma la coreografía y la puesta en escena en una experiencia íntima y participativa.
Todos estos detalles invitan al público a estar alerta: a observar qué ocurre, cómo sucede y por qué, convirtiendo la experiencia teatral en un acto de curiosidad consciente y participativa.
Pero, ¿por dónde empezar?
Consejos prácticos para disfrutar un musical
Identifica el deseo central del protagonista: Cada gran musical se centra en algún conflicto u objetivo que guía la historia. Si logras identificarlo, podrás detectar las motivaciones de los personajes y cómo la trama se construye en torno a ello.
Sigue la integración de música, danza y escenografía: Observa cómo coreografía, vestuario, iluminación y decorado funcionan juntos para contar la historia y transmitir emociones.
Puedes sentir y analizar a la vez: Escucha las letras, mantente atento a los movimientos y el lenguaje corporal de los personajes, mientras intentas entender cómo se va configurando la historia.
Presta atención a las “I Want Songs”: Como comentamos al inicio, son las canciones en las que el protagonista expresa sus deseos más profundos y marcan el motor de la acción. Detectarlas ayuda a comprender la dirección emocional de la obra.
Fíjate en los personajes secundarios y el ensemble: No debes prestar atención solo a los protagonistas; los personajes secundarios y el coro suelen aportar contexto, humor, contraste o claridad narrativa a través de gestos, alguna línea o matiz durante cada número musical.
Observa los patrones recurrentes: Algunas obras repiten motivos musicales, coreográficos o visuales para reforzar ideas o emociones. Descubrirlos te ayuda a anticipar la narrativa y disfrutar de su coherencia.
Vive la experiencia colectiva: Presta atención a cómo reacciona el resto del público y cómo la obra interactúa con él. En musicales inmersivos o con elementos participativos, tu percepción forma parte de la experiencia.
No temas perder detalles: A veces la acción se desarrolla simultáneamente en varios espacios o con varios personajes. Observar, escuchar y moverte mentalmente entre escenas te permite captar la riqueza completa del musical.
Déjate llevar por la energía colectiva: Aplaudir después de un gran número o en los saludos finales forma parte de la experiencia compartida.
Tener herramientas marca la diferencia en cómo se viven ciertas experiencias. En el caso del teatro musical, estas pautas no son reglas fijas, sino una guía para disfrutar la obra de una forma más personal, intensa y enriquecedora. Al fin y al cabo, cada función es única y siempre abre la puerta a lecturas muy distintas.
Por La Pluma de LETSGO, Claudia Pérez Carbonell, a 2 de octubre de 2025